Las torres medievales de Cantabria nacieron como consecuencia de las luchas señoriales locales, en demanda del acrecentamiento de sus tierras y vasallos, y como instrumento idóneo para el ejercicio de su dominio feudal.
La Torre de Jado se alza sobre la cima de un pequeño cerro en el barrio del Hoyo de la localidad de Isla, en el término municipal de Arnuero, Cantabria.
En Isla se pueden ver tres fortificaciones privadas bajomedievales no muy distanciadas y visibles entre sí: la torre de Novales, la torre de Cabrahigo y la torre de Jado.
Esta torre medieval, símbolo del poder feudal, ejerció una labor defensiva en momentos bélicos, como las luchas nobiliarias del siglo XV, conocidas como las guerras de banderías.
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