El pasado jueves 20 de junio se inauguró en el Observatorio del Arte la exposición «Observatorio del Arte, 20 años con Orallo», finalizando el acto con un micro concierto del acordeonista Gorka Hermosa.
Roberto Orallo ha vuelto al Observatorio de Arte de Arnuero, convertido en Sala de Exposiciones gracias a su intervención hace veinte años, hecho que se conmemora en 2024. Para ello nada mejor que esta muestra vaya encabezada por el cuadro titulado Desde la azotea, una de las piezas de aquella serie que se dio a conocer en 2004.
Roberto ha regresado a este enclave de Cantabria en compañía de sus lienzos, que reflejan la riqueza creativa y el trabajo de estos años, exhibido en diferentes espacios expositivos, y que al llegar hasta aquí son el testimonio de una identidad artística y de un estilo perfectamente reconocible, sujeto a la evolución con el paso del tiempo.
Los años trascurridos desde entonces han servido también para el reconocimiento artístico y social de la obra de Roberto Orallo, comenzando por su trabajo docente. En el año 2008, la colaboración entre la Consejería de Cultura y el Ayuntamiento de Reocín desembocó en la creación de la Escuela de Arte de Cantabria, cuya dirección y puesta en marcha corrió a cargo de Roberto, colaboración que fue reconocida otorgando a la Escuela su nombre. Hace solo un par de años, en 2022, Iñaqui Pinedo y Marcos Aldaco dirigieron el proyecto audiovisual titulado En la línea del horizonte, en formato DVD, en el que Orallo va explicando el proceso creativo como parte de su biografía personal. Pero la guinda a este pastel la puso el Gobierno de Cantabria cuando convirtió la fecha de 2023 en Año Cultural Roberto Orallo, haciendo que la obra del artista viajase por diferentes escenarios de Cantabria, finalizando en la capital de España.
Los lienzos que componen esta muestra, síntesis del momento creativo de Roberto Orallo, casi todos elaborados con técnica mixta, recuerdan una de las notas que mejor define su trabajo como es la elaboración de series temáticas, a modo de narrativas. Estas obras coleccionan rostros, cuerpos, colores, sometidos a una disciplina geométrica. Las miradas son serias, expectantes, curiosas, amigas, con rostros pegados, siempre reflexivas.
Constituye una constante en la estética de Orallo el trabajo sobre el espacio, al que dota de nuevas dimensiones a través de líneas que cruzan la tela, como si fueran frases, a veces con gran violencia, mientras que otras, generalmente curvas, enmarcan y limitan la complejidad de un ámbito habitado por objetos y personas que sugieren alguna secreta relación entre sí.
Roberto Orallo está de vuelta, ahora en Arnuero, quizá porque nunca se fue.
Carlos Nieto Blanco