El Ayuntamiento de Arnuero contrata los servicios de prospección arqueológica en el Monte Cincho, con el objetivo de datar la fecha en que estuvo activo un antiguo poblado Celta y documentar sus características constructivas y sociales. La prospección arqueológica será llevada a cabo por Rubén San Cristóbal Ruiz, de la empresa ‘Arqueología y Patrimonio Cultural’, durante un periodo de 4 meses desde que se haya obtenido la autorización del servicio de Patrimonio de la Consejería de Cultura.
El Monte Cincho, en Arnuero, albergó en el pasado uno de los más importantes castros celtas – poblados fortificados de la época prerromana y de la Edad del Hierro – del litoral cantábrico. Bajo esta premisa, sustentada en numerosas fuentes documentales, el Ayuntamiento quiere averiguar más de las características y dimensión de este antiguo yacimiento, con la vista puesta en llegar a desarrollar una ruta digitalizada con toda la información del asentamiento por medio de la realidad aumentada.
Los trabajos de exploración superficial – en ningún caso habrá excavaciones – se centrarán en el entorno de la cima, una meseta casi plana, donde, se localiza la existencia de los restos del antiguo castro celta. Así lo ha recogido el trabajo del arqueólogo, Leopoldo Fernández Agüero, que publicó un artículo sobre el Castro del Cincho, en el libro ‘Castros y Castras en Cantabria’, editado por la Asociación Acanto. En el mismo, habla de cómo se observa claramente restos del derrumbe de la muralla en alguna zona de la senda de subida al monte.
Esta información despertó el interés del Consistorio, consciente de que esta sierra, por su enclave, puede haber tenido un papel fundamental en la historia pasada de los pobladores de Arnuero, siendo posible que nos encontremos ante uno de los castros más importantes del litoral cántabro.
La propuesta de Rubén San Cristóbal ha cristalizado en la adjudicación de unos trabajos que se encargarán tanto de la prospección visual – en un terreno de unas 45 hectáreas– como de una prospección geomagnética (permite explorar los primeros metros del subsuelo) en una superficie más concreta de 10 hectáreas. Una labor necesaria para determinar el alcance real del yacimiento, la posibilidad de existencia de restos y conformar las posibles características del castro desaparecido. La prospección permitirá, además, afinar la datación histórica del castro, que Fernández Agüero, en su artículo, sitúa en algún momento de la Edad Hierro.
Tras la toma e interpretación de datos y la geolocalización de los restos de la zona amurallada, se plasmarán los resultados en un proyecto y en un estudio tipológico, que permita crear, ya en una segunda fase, documentación en tres dimensiones. El objetivo no es aflorar los posibles restos arqueológicos, ya que nos encontramos en un espacio natural protegido en el que no se puede ni talar las encinas ni hacer una reproducción ‘in situ’ del castro. El objetivo final es recrearlo a través de la realidad virtual para lo cual se encargará a una empresa elaborar una herramienta digital informativa que permita visualizar una simulación del castro en tres dimensiones.
La idea inicial que se baraja es señalizar dos o tres puntos a lo largo de la senda en los que se colocarán unas placas con información y códigos QR, que permitirán ver el castro celta en realidad aumentada. Uno de los puntos puede reproducir la zona amurallada y el poblado entero, otro recrear cómo eran las casas de aquella época y un tercero donde explicar cómo se organizaban socialmente, si tenían una plaza o foro, o servicios comunes. Solamente en el caso de que la prospección arrojara vestigios relevantes para la arqueología se podría plantear una excavación en un espacio pequeño que no cause afección ambiental y fuera compatible con la conservación de este espacio natural.